El trabajo no solo proporciona ingresos, también es clave para la salud mental. Según la OIT, un empleo significativo y con propósito brinda sentido, confianza y estabilidad, y favorece la inclusión, especialmente en personas con discapacidades psicosociales.

Dado que el 60% de la población mundial trabaja, los lugares de trabajo son espacios esenciales para promover el bienestar mental. Dependiendo de sus condiciones, pueden proteger o afectar negativamente la salud de las personas.

A nivel global, el 15% de los adultos en edad laboral vive con algún trastorno mental, por lo que es fundamental que los empleadores implementen políticas inclusivas y sensibles.

Aunque no todo problema de salud mental se origina en el trabajo, este influye en la vida emocional diaria. De hecho, se ha demostrado que quienes no disfrutan su trabajo presentan mayores niveles de estrés y preocupación (State of the Global Workplace, 2024). Promover entornos laborales sanos es una inversión en salud y productividad social.