El trabajo remoto ha transformado la dinámica laboral, ofreciendo flexibilidad y eliminando los desplazamientos. Sin embargo, como señala Benjamin Laker en Forbes, esta modalidad también puede tener efectos negativos en la cultura de oficina y la salud mental de los empleados.

Uno de los principales desafíos es la falta de interacción presencial, lo que puede debilitar el sentido de pertenencia y afectar la cohesión del equipo. Además, el teletrabajo puede dificultar la separación entre la vida personal y laboral, contribuyendo al estrés y al agotamiento.

Para minimizar estos efectos, muchas empresas han optado por modelos híbridos que combinan días presenciales con trabajo remoto, permitiendo mantener la flexibilidad sin perder la conexión humana. 

Para garantizar que el trabajo remoto no afecte negativamente la salud mental, es fundamental adoptar prácticas que promuevan el equilibrio y el bienestar.  Como cualquier modelo laboral, el teletrabajo debe evolucionar con estrategias centradas en el bienestar emocional, asegurando que la productividad no se logre a costa de la salud mental de los empleados.